
Estuve de pasada por La
capital de mi país, veía gente que caminaba de un lado a otro sin parar, solo
ellos sabían su destino y su misión, yo me detuve en una calle para apreciar
algo que nadie se percataba, la naturaleza nos estaba ofreciendo un espectáculo
sin igual, pude apreciar que los árboles de Ceibo de una céntrica avenida,
estaban en plena inflorescencia, el espectáculo era magnifico, era la lucha de
la naturaleza que fue arrancada de su ambiente natural y que hoy en medio de la
jungla de cemento de una ciudad con alta contaminación, pugnaba por perpetuar
su especie, era maravilloso el espectáculo que la naturaleza nos ofrecía pero
cada uno metido en sus problemas no tenía ojos para disfrutar de este bello
misterio lleno de flores parecidas a las orquídeas de color rosado y blanco.
Es así como me siento
hoy día, soy un Ceibo con profundas raíces que han despreciado, quise hacer lo
mejor sin embargo solo he recibido ataques, se me ha comparado con un cadáver,
se me ha lapidado como ser humano, se me han asignados expresiones peyorativas,
se ha censurado mis ideas y tantas cosas más; por si fuera poco lo ha hecho una
mujer que según ella misma, decía que yo era de su agrado.
Yo había creído en
ella, soñaba con ella, veía una luz al final del túnel y me regocijaba soñando
despierto que disfrutaba del calor de su cuerpo, que la abrazaba junto a mi
pecho, que la vida daba un vuelco y que ahora nos tocaban momentos distintos.
Hoy siento que toda
opción se acabó, lo que lamento es que no tuve ninguna oportunidad.
Es difícil creer lo que
se presenta en nuestro camino, siempre habrá oportunidades perdidas, ilusiones
rotas y malos comienzos, solo hoy me queda un recuerdo de las ilusiones y
sueños que hoy están destruidos, pensar que pudo ser pero el destino dijo no.
Dime tú que has leído
este escrito, cuantos Ceibos o cualquier planta en plena inflorescencia has
dejado de ver, por solo el hecho de querer seguir tú camino.
Desilusionado Hector.OGG.
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