domingo, 19 de agosto de 2012

DROGAS



Muchos de nosotros vivimos la vida de forma alegre y llevadera y no nos damos cuenta de los acontecimientos que se dan en nuestras vidas hasta que lo vemos muy cerca de nosotros.
Preferimos decir no, mi amigo no; no mi hermano no; o a cualquier conocido negamos esta posibilidad tal vez creyendo que con esto podemos alejarlo del bajo mundo de las drogas.
No soy un experto en el tema, pero esto es una historia real que me marco, que quiero compartir hoy día.
Era finales del año 1976, todos estaban preparando la fiesta de fin de año y buscando algún lugar para divertirse.
Yo tenía 17 años; por el contrario yo estaba con muchos temores si bien es cierto el año 76 fue muy beneficioso para mi, ya que había logrado acabar mis estudios escolares, había vuelto a ser subcampeón de fútbol ínter escolar con mi colegio y lo más importante había logrado ingresar a la Pontificia Universidad Católica, esto me alegraba mucho porque ya me estaba preparando para comenzar a salvar la gran valla que mis hermanos habían pasado y que ahora me tocaba a mí. 
Era 31 de diciembre, estaba cansado o tal vez mejor atemorizado por el nuevo comienzo en mi vida el cual no me permitía disfrutar la alegría de un nuevo año.
Dieron las 12 de la noche todos se confundieron en un abrazo, alegremente todos se deseaban un venturoso año nuevo, pasado esto muchos se dedicaron a bailar y celebrar con mucha alegría.
En el transcurso de la noche llego a mi casa un gran amigo Víctor él era mayor por un año y me pregunto qué pasa, le dije de mis temores y me dijo que lo olvidase que todo llega a su momento y que ahora íbamos a divertirnos, salimos de casa a buscar a los amigos del barrio, salimos con dirección al parque el cual era el lugar de encuentro de todos nosotros, accedí a esto porque como mencione antes había sido un año muy fuerte para mí, lo cual me había alejado un poco de ellos y quise disfrutar de la reunión con ellos.
Ahí estaban el Colorao, Yaco, y el Chato; Víctor y yo nos reunimos con ellos llevábamos una botella de vino para brindar con ellos. Pero grande fue nuestra sorpresa, ellos estaban fumando unos cigarros raros que se lo pasaban de uno al otro, e inhalaban con gran frenesí,
Víctor dijo ¿que es eso?
El Chato respondió “pasta”, y le mostró un paquetito de papel y dijo este es un “Kete”.
Cuando vi. Esto me sentí muy decepcionado ellos eran amigos del barrio con los cuales siempre había jugado y compartido alegrías.
El Chato saco un cigarro normal, con mucha habilidad le saco el filtro y coloco 3 palitos de fósforo a los cuales les había sacado la cabeza que enciende, froto en sus manos este cigarro y saco un poco de tabaco luego hecho el contenido del “Kete” en el interior del “pito”. Pero al querer prenderlo le temblaban sus manos que de verlo daba miedo no podía ni siquiera prenderlo, sus ojos estaban vidriosos y había perdido noción de donde estaba, su rostro mostraba signos de cansancio y de angustia.
Ante esto Víctor y yo preferimos dejarlos solos, la imagen del rostro del Chato hasta ahora la tengo en mi mente.
Consecuencias 
El Chato, se caso al poco tiempo no siguió estudios tiene tres hijos y trabaja como chofer.
El Colorado, no continuo estudios, tuvo oportunidad de salir del país e ir a USA, pero lo regresaron por migraciones.
Yaco, postulo a la policía nacional, murió en un atentado terrorista.
Víctor, es uno de los más brillantes abogados y es asesor de varias compañías extranjeras.
Yo, soy lo que soy.

Ud. Que ha leído esto, sabe a ciencia cierta quienes de los que lo rodean son o no son. Así mismo nuestros hijos sabe si lo son o no.

Cariñosamente Hector.OGG.

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